Ternura

Cuando la encontré y logré agarrarla para que no se me volviera a escapar y desaparecer entre las calles y plazas, se desembarazó de mí con brusquedad y gritó

¡Déjame , vete¡ ¡Ni tan siquiera eres mi madre¡

Esperaba esta frase, creo que la esperamos todos los padres adoptivos… esta frase dicha así con fuerza, con rabia, con conocimiento,… dicha de verdad, desde las entrañas. Y, como suele pasar, sucedió cuando menos lo esperaba y en una situación desconcertante y difícil…

Me preguntaba cómo iba a afrontar esta situación, esta frase…  cuál sería mi reacción… y después de leer a expertos, las experiencias de otros padres, etc…. había elaborado una especie de esquema mental de cómo actuar, qué decir…

¡Déjame , suéltame¡! ¡vete¡!vete¡ ¡Ni tan siquiera eres mi madre¡

Me sentí desbordaba por la ternura (que no por la pena, ni por la maldita lástima).  Una  ternura que me llevó  a abrazarla, a envoverla «de mi » en un deseo de protegerla. La ternura me permitió ver una niña asustada, perdida entre sentimientos encontrados y confusos.

No dije, ni hice nada de lo que había imaginado.

 

Más tarde, cuando llegó la calma, Flor de Canela asustada por su explosión, quiso disculparse y borrar de mi cabeza su frase… No le dejé. Sentirse mal por escaparse si… sentirse culpable por gritar a los cuatros vientos que no era su madre, no. Pienso que no hay un niño adoptado que no haya dicho o pensado y callado esta frase con esa furia. Es normal pensarlo y fue valiente al decirlo.
La “culpa” es inútil y detestable. Tampoco admito que crea que me debe algo por haberle sacado de la institución y haberla hecho mi hija… porque se que también piensa esto.

El ser adoptado tiene eso… sentimientos, pensamientos liosos, confusos, que duelen y molestan, que pueden llevar a hacer o decir cualquier barbaridad… es normal… así son las cosas… tenemos que aprender a atravesar todo ese caos… lo haremos.

Aspiro a  lograr una vinculación sana y profunda que nos una durante toda esta  vida y en la otra.

La historia sigue y tuvo un inesperado y feliz final. Quizás lo cuente otro día.