Mientras nos peinábamos para ir a la estación a buscar a su padre, mi hija me pregunta:
– Mamá, ¿cómo soy cuando me enfado?
– Como un volcán en erupción- Tardé varios segundos en responder, sabía que dijera lo que dijera no le iba a gustar.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y percibí como la rabia y la ira emergían…
Así empezó una conversación que me pilló desprevenida, sin palabras, sin formación adecuada… mi hija, Flor de Canela, quería entender el por qué de algunas de las emociones que le dominan, que no quiere sentir, que son incontrolables porque tiene la fuerza de un huracán, que le hacen sentirse muy mal, que le traen problemas… quiere entender por qué se siente diferente a los demás niños… por qué le cuesta tanto algunas cosas que a los demás no les supone nada… quiere saber cómo superarlo, qué puede hacer…
Mi maravillosa hija con nueve años recién cumplidos tuvo la valentía de abrir su mochila, asomarse y mirar de frente… a los ojos y sin pestañear a su historia.
Pero no quiero hablar de mi hija, quiero reflexionar sobre mi… ¿Qué es hablar de la adopción con nuestros hijos? Hasta ahora para mi ha sido hablar del hilo rojo que nos une para siempre, de una sombra sin rostro que es la madre biológica… ha sido hablar de abandono… del país en donde nació…
Ahora, también es hablar de qué es y cómo se vive en un orfanato, de lo que supone una deficiente alimentación, la falta de estimulación, de no tener a nadie que te enseñe a contenerte, a fijar tu atención… es hablar de falta de cuidados, de atención, de deficiencias…
Es hablar de empezar de cero… de nuestra sociedad con sus prejuicios… de ser diferente…
No puedo olvidar que hablar de adopción es, hablar del ser profundo , de fuerza, de coraje, de capacidad de aprender y de superar… de que lo que fue fue… que las aguas de un rio nunca vuelven hacia atrás… y que el hablar es pareja del actuar.
También es callar, dejar que hable el silencio, es aprendera a VER a nuestro hijo… aceptar que su dolor te duela… es hablar de nuestra familia… de mi y mis limitaciones.
¡Cuánto por aprender ¡… ¡cuánto trabajo personal¡… ¡cuántas conversaciones nos esperan¡