La obra de Kimio Muraoka me parece de una belleza muy especial. Lo sé. Es de un estilo que te maravilla o te hace fruncir el ceño y rechazarla.
Kimio investiga la memoria, esa memoria hecha de fragmentos del pasado inconexos, borrosos que se encuentra en lo más profundo de nuestra conciencia. Una memoria aprisionada por el tiempo.
Mi memoria es quebradiza, recuerdo pocas cosas… quizás esa obsesión por fotografiarlo todo es un antídoto para el olvidar.
Ahora me encuentro con una memoria que no es mía. Es la memoria de mi hija Canela. Ella fue adoptada con más de tres años. Y este mes hace doce años, 12 años, que fuimos a por ella a China. Las imágenes que quedan en su mente de su vida allí y de los hechos o situaciones pasados son muy pocas, casi ninguna.
Se que quiere recuerdos e imágenes. Desea acordarse para poder comprender, para reconstruir su historia, para su nostalgia, para compartir…
Somos un poco su memoria… Su padre y yo desde nuestra subjetividad y media docena de fotografías mantenemos vivos aquellos primeros momentos… cómo fue su actitud, lo que hizo, cómo afrontó la situación, cómo se enfrentó a nosotros por primera vez… sus palabras traducidas por la guía…
Además somos nosotros, sus padres, los que atesoramos lo que nos dijeron y contaron los cuidadores y los funcionarios chinos sobre ella, lo que oímos, lo que vimos en su país de origen… incluido lo que ella misma nos contó sobre sus recuerdos de niña de tres años y que ya ha olvidado.
De tanto contarlo, de tanto escucharlo… sus recuerdos y los nuestros se han trenzado. Compartimos una memoria en común, que es habitada por imágenes y sensaciones borrosas. Son recuerdos agridulces, y también inciertos, bellos… ¿Os pasa algo parecido ?.