Lu Jian Jun
A veces las «madres», también caemos en ese prejuzgarnos de mala manera y solo vemos lo que hacemos mal… ¡qué si la comida no es lo suficientemente sana, ni esta bien preparada!,¡ qué si no dedico suficiente tiempo a la casa, al orden y todo está hecho un asquito!, ¡que si se me ha olvidado esto y lo otro!, ¡que no tengo tiempo para mi misma y estoy hecha un orco! , ¡que si no he hecho ni caso a mi hija en todo el día!, ¡que si no llego a nada!, ¡que si tendría que llevarla aquí o allá!, ¡que si no soy una…!, ¡que si…
Por arte de la mala magia, aparecen a nuestro alrededor personas tóxicas, nos llegan comentarios bordes, grupos en redes sociales poco amigables… que nos hacen dudar de nosotras mismas y echar más lumbre al fuego.
Nos vemos atrapadas por emociones que nos enredan los pies y nos hacen caer.
En esos momentos, puede pasar que miramos a nuestros hijos y nos identifiquemos con ellos, pero desde sus carencias, tristezas… Puede pasar que nuestras expectativas sobre nosotras mismas las trasladamos a ellos y vemos su no llegar, sus dificultades, sus lentos progresos…
Y empezamos a exigir, gruñir… la paciencia se vuela lejos y dejamos de ver sus inmensos progresos, su fuerza y energía, su individualidad… Aparece el temor por el futuro, por su futuro… empezamos, incluso, a dudar de nuestros sentimientos hacia ellos.
En nuestro descenso a la negrura arrastramos a los que queremos. Y ellos, los niños absorben por ósmosis nuestra impaciencia, nuestras expectativas incumplidas, nuestros juicios de valor y temores. Y de pronto están más sensibles y quejosos, las manos se les vuelven de mantequilla y todo se les cae, aumentan los olvidos, su rebeldía, su silencio, su hacer el payaso para alegrarnos…
Alto. No. No podemos permitirnos dejarnos resbalar por este tobogán . Bueno, quizás sí. La vida no es lineal. ¿por qué no voy a tener derecho a tener un mal día o una mala semana, a sentirme cansada, aburrida de las rutinas, agobiada por la responsabilidad, a que mi vida me repatee, a soñar con huir e irme a París y vivir como una hippy .
Son mis emociones.
Tu Zhiwei
No las voy a negar . Voy a hacerles caso, escucharlas con empatía, recordar que las emociones van y vienen. Voy a mirar qué hay detrás de ellas, qué puedo hacer… decidir si hay que decidir algo o enfrentarme a algo si es eso lo que pasa, decir basta o aceptar lo que hay, asumir que de momento no voy a poder… o tomarnos un descanso si eso es lo que necesitamos… o lo que sea que nos pase.
La que sea de llorar que llore, la que necesite gritar que grite, la que necesite correr que corra…
Solo una cosa no quiero perder nunca de vista, que mis emociones son mías, yo las vivo, siento y gestiono. Y no quiero que me confundan y tragiversen las cosas. No quiero que llegue a otros mi rabia, intransigencia, desapego, desolación, agresividad, tristeza… o lo que sea. Son mías y no las voy a vomitar sobre nadie. Tampoco quiero coger las emociones de otros y hacerlas mías.
Pues eso, que una semana mala la tiene cualquiera, que se pasa, que de todo se aprende.