Acallar, omitir, callar, enmudecer, esconder, reservarse, amordazar...
Desde hace un tiempo los pensamientos de todo tipo se han adueñado de mí.
Ideas sobre lo que tendría que hacer y lo que no hago. Lista de tareas pendientes y lista de justificaciones de por qué no lo hago. Lo que debería ser (que ya no hacer) y no soy.
Ideas sobre lo que puede pasar, lo que puede llegar a ser, y que me ocupan y preocupan demasiados momentos de mi vida.
Axiomas que rigen mis noches, y que las primeras luces del día deshacen.
Propósitos y planes hermosos, sin embargo irrealizables desde mi realidad actual, que solo contribuyen a confundir, lastrar los hermosos momentos de cada día.
Máximas, que no solucionan nada porque no son nada, solo ruido.
Reflexiones, planes, intenciones… me aturden, atenazan mi cuerpo y mi espíritu.
La realidad se desdibuja entre jucios y sentencias locas. Los instantes mágicos se pierden. De seguir así ¿dónde se quedaran los momentos risueños ? ¿y las risas, los juegos y las bromas?. Donde esta la paciencia y la serennidad.
Llegan las contracturas, las jaquecas y migrañas, los mareos y vértigos. Surgen alergias incomprensibles que me llenan el cuerpo de urticarias y la mente de ofuscación. Me falta el aire que no me llega a los pulmones. Y la temida ansiedad con sus ejércitos de temores y desesperanza avanza.
¿Dónde estoy? Desde luego que donde no estoy es en el aquí y en el ahora.
No soy lo que pienso. Eso lo se. Y estoy ahí, detrás de todo esa algarabía y barullo.
Shiiiiiiiiiiiiiiiiiii ¡Acallar el pensamiento¡
Silencio.
Solo eso. Un poco de silencio.
¿qué ayuda a acallar este ensordecedor pensamiento?
Quiero traer a este blog lo que me ayuda a dejar atrás este remolino de voces, este griterio del pensamiento y llegar a quién soy, al otro lado de tanta algarabía.